La familia es, en sí misma, el principal instrumento del desarrollo cognitivo, emocional y social del/de la joven. Por esa razón, y porque en algunos casos las problemáticas que presentan las personas adolescentes son derivaciones de la situación familiar, desafíos para los que las y los menores no disponen de los recursos de afrontamiento adecuados, planteamos dos líneas de trabajo complementarias en la atención psicológica a adolescentes.
En principio, las sesiones se realizan exclusivamente con el/la adolescente, y en caso de necesidad, por un lado, y como medio de calibrar la evolución del tratamiento, por otro, se recomendaría realizar alguna sesión con los padres o los tutores legales.
El encuentro se realiza en un ambiente respetuoso para que el/la menor se sienta seguro y cuidado. Establecemos una relación de confianza de manera que llegue a comprender que lo que beneficia a sus padres, hermanos, profesores, etc. No tiene por qué estar en conflicto con lo que le beneficia a él o a ella. En este sentido, buscamos los puntos de encuentro y trabajamos sobre las divergencias.
Durante las sesiones evaluamos el alcance y las repercusiones de los problemas.
Sobre esa base, exploramos vías de solución e implementamos procedimientos adecuados a sus necesidades de desarrollo, con el fin de eliminar los síntomas y conseguir un comportamiento empático y colaborativo.
La estabilidad emocional de los-as jóvenes está directamente ligada al clima familiar. En este sentido, trabajamos conjuntamente con los padres según el modelo de Terapia Familiar Sistémica para detectar e intervenir en las dinámicas que afectan la estabilidad conductual, emocional y cognitiva del/de la joven.
La finalidad es la creación de un marco de cooperación desde el que abordar los estilos comunicativos y las dificultades de y con los hijos.
La colaboración tiene como eje vertebrador mejorar la comunicación, el entendimiento mutuo y el clima familiar como condición necesaria para el buen desarrollo de los hijos.
Establecemos como criterios los aceptados por la comunidad científica. Son estos:
Con independencia de que se cumplan o no dichos criterios, los padres o los propios adolescentes –con el consentimiento de aquellos-, pueden solicitar la atención psicológica cuando lo crean oportuno.