Bert Hellinger, una persona humana

Resumen

En este artículo se destaca la vertiente humana de Bert Hellinger -creador de las Constelaciones Familiares-, algunas reseñas bibliográficas y un momento de sus intervenciones vivido en primera persona.

 

Breve reseña biográfica

Bert Hellinger es el creador de una terapéutica que asombra por su eficacia y humanidad: Constelaciones Familiares. La repercusión de su trabajo se extiende por varios países de América latina, Europa, Asia y África en los que mantiene una destacable actividad social dirigiendo seminarios y cursos. A sus 87 años es una de las personas más influyentes en el panorama de la psicoterapia actual.

En su currículum consta que se formó como antropólogo, filósofo y pedagogo. Ejerció de misionero católico entre la población zulú de Sudáfrica durante 16 años. Antes de formular su teoría de los “Órdenes del amor” aprendió y trabajó con terapias de grupo, Psicoanálisis, Terapia Primal, PNL, Análisis Transaccional, Terapia Gestalt, terapias familiares y sistémicas e hipnosis, además de ser un buen conocedor de las obras de J. L. Moreno, creador del Psicodrama, y de Virginia Satir, la respetada psicoterapeuta y pionera en Terapia Familiar.

 

Breve reseña bibliográfica

Como autor cuenta con una obra que aún sigue ampliando. Una de ellas, “Felicidad dual”, es el primer libro escrito sobre constelaciones junto al editor Gunthard Weber, donde se recogen los principales fundamentos. El texto ilustra los conceptos, las utilidades y los procedimientos propios del método al detallar los pasos seguidos en el tratamiento de varios casos habidos durante un seminario. Escrito en un género literario a medio camino entre la entrevista y la investigación cuenta con numerosas metáforas y relatos cortos, consiguiendo que las definiciones conceptuales salgan de su rígido corsé para transformarse en una evocadora narración sobre las fuerzas que median las relaciones entre las personas.

Otro libro que resulta útil para comprender qué es eso que se llama constelaciones familiares es “Órdenes del amor”. En él se describe con minuciosidad la fuente epistemológica que alimenta el conocimiento de esta metodología a través de diferentes ejemplos y casos clínicos extraídos de sus intervenciones.

Un tercer libro que destacaría es “Pensamientos en el camino”. En esta obra, Hellinger utiliza un tono intimista alejado del discurso académico para reflexionar sobre lo que es y está presente en asuntos como la confianza, lo difícil, los amigos…, y descubrirnos una mirada sensible y penetrante sobre la naturaleza de los fenómenos humanos.

Por último, para quienes trabajan en el terreno de la ayuda, hay un libro que propone unos sencillos criterios sobre qué ayuda y qué interfiere en esta relación. Se trata de “Los órdenes de la ayuda”.

 

Hellinger en acción

Además de autor prolífico Hellinger es un conferenciante y terapeuta audaz. Con ocasión del II Seminario de Pedagogía Sistémica celebrado en la ciudad de Pilas en el año 2006, Sevilla, fui testigo de su irrenunciable y transgresora forma de entender la vida y el trabajo terapéutico.

En la primera intervención del seminario una participante requirió sus servicios para trabajar el caso de su hija adolescente. Después de intercambiar algunas frases y de un breve contacto visual entre ambos, Hellinger concluyó que no podía trabajar con ella porque no le estaba tomando en serio, que estaba jugando con él, le soltó. Y ahí finalizó la intervención.

La primera sensación que tuve fue angustiosa, ya que entendía que la participante había descrito un escenario desesperado para su hija, y yo deseaba que pudiera encontrarse una buena solución para ella.

Días más tarde intenté averiguar qué es lo que Hellinger podría haber percibido para “negarse a trabajar” de forma tan rotunda el caso que se le planteaba. Fue entonces cuando centré mi atención en lo que habría sido el lenguaje no verbal de la participante -a menudo, aquello que se dice cuando se habla, lo explícito, contradice o resulta incongruente con aquello que está comunicando su cuerpo, lo implícito-.

Tomando en consideración los aspectos verbales y no verbales aprecié cierta inconsistencia entre ambos elementos en la forma de comunicar de la mujer, como si con el cuerpo la mujer estuviera diciendo “nada de lo que hagas cambiará las cosas”, al mismo tiempo que con sus palabras estaba pidiendo ayuda. Como buen conocedor de las técnicas de hipnosis de Milton Erickson, Hellinger debió apreciar esta disonancia y actuó en consecuencia. En este sentido, su intervención habría perseguido debilitar el papel de víctima que la mujer se había asignado. De esta manera, su fuerza llegaría a estar al servicio de la situación –y del amor- y no a alimentar los juegos victimistas.

Lo que he podido comprender es que Hellinger trabajó con lo que resultaba prioritario en esa situación, que no era otra cosa que neutralizar el juego en el que la madre representaba el papel de sufridora y la hija el de depresiva, lo que victimizaba a esta doblemente al tener que cargar con la amargura de la madre, además de con su propia situación de joven adolescente.

Con esta intervención entiendo que Hellinger perseguía liberar a la hija (la parte más vulnerable de la díada) de tener que “salvar a la madre” y que ésta tomara la responsabilidad de hacerse cargo de su propio dolor. O dicho de otra manera, Hellinger impedía con su intervención que la madre utilizara a la hija para esconderse de sus problemas. Vista así, esta intervención, aunque anti intuitiva y provocadora, fue impecable.

 

La práctica de la humanidad

Hellinger, pese a todo, mantenía una amable sonrisa, y con su voz templada desprendía una alegría colmada y compasiva. Pareciera que, de entre su cuerpo de anciano, fuese a asomar en cualquier momento un niño asombrado ante la contemplación de algo fascinante. Esta misma sensación tuve en el acto inaugural del seminario, mientras una pareja de bailaores en lo alto del escenario sobrecogían al auditorio bailando por soleá, acompañados por el cante, el toque de la guitarra y un nutrido coro de voces, palmeras y jaleadores, cuando por un momento me paré a observarlo.

Quizá sea este deseo de vida, de presencia y gozo que anida en los niños libres el factor que nos permite abrirnos y entregarnos a lo que se manifiesta, sin buscar refugio en categorías teóricas o, como en el cuento de “El rey desnudo”, desvelando los juegos psicológicos que a menudo dominan las relaciones donde debiera preservarse el amor. Contra estos juegos, la metodología fenomenológica de las Constelaciones Familiares es impecable y profundamente humana.